El periodista y secretario general de FACUA presenta su libro ‘Bulos: Manual de combate’

​Rubén Sánchez: ganar 25 sentencias y estar pendiente de 14 costeadas con un crowdfunding de 51.000 euros para combatir bulos

“Todo periodista puede lanzar algún bulo sin pretenderlo, puede cometer el error. Lo importante luego es rectificar”


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Hace unas semanas, el Gobierno presentó su Plan de Acción por la Democracia que ponía el foco en los medios de comunicación para garantizar una información veraz. Unas medidas que ponen de relieve en qué punto está nuestra sociedad con respecto a la desinformación que nos rodea cada día. Es decir, una lucha contra las mentiras, medias verdades, patrañas y bulos. En este sentido, este miércoles sale a la venta un proyecto editorial muy personal del periodista y secretario general de FACUA, Rubén Sánchez. Presenta su nuevo libro “Bulos: Manual de combate”. Ha tenido que pedir dinero a los ciudadanos para llevar a la justicia a aquellos que han dicho barbaridades sobre su vida privada y profesional. Reconoce que se trata de “una lucha en la que está en juego nuestra democracia”. 


Sus palabras proceden de su propia experiencia personal, pues ha ganado 25 sentencias y en la actualidad se encuentra inmerso en otras 14 causas judiciales. Una vorágine en la que vive desde hace una década a través de campañas de difamación en su contra, y también contra FACUA, aunque ha querido verlo como un “training” que le ha ayudado “a saber o aprender en la lucha contra los bulos”, tal y como nos ha comentado el autor en conversación con este digital.


Bulos

Facebook de Rubén Sánchez.

 

En ningún momento se ‘criminaliza’ a todos los medios de comunicación, pues según afirma Sánchez, “todo periodista puede lanzar algún bulo sin pretenderlo, puede cometer el error. Lo importante luego es rectificar”. El dedo señala a ciertos medios que “convierten el bulo en un negocio”. Y el periodista es todavía más claro, pues habla de que “están financiados por los partidos políticos o más bien por los gobiernos que tienen al frente a partidos políticos especialmente interesados en la difusión de esos bulos”. Y menciona al Partido Popular y a Vox. Un trabajo de difamación para después escandalizarse públicamente, apunta él. 


Otro de los problemas que señala el autor es la dificultad de lograr que la información que desmonte el bulo tenga más repercusión que el propio bulo, sobre todo en esta época en la que vivimos con el auge de internet y las redes sociales, donde la desinformación es la que más rápido corre.  


La idea de redactar este libro le surge en julio de este año, después de haber puesto en marcha un crowfunding (financiación colectiva) llamado ‘caja de resistencia’. Una idea con la que se lanzó a pedir ayuda económica a la gente para poder hacer frente a los costes derivados de las acciones judiciales que emprendían contra él, “sobre todo de determinadas personas de la ultraderecha que me han estado intentando arruinar”, ha dicho. Llegó a recaudar 51.045 euros.


Luis Pineda de Ausbanc y Manos Limpias fueron los primeros en lanzar bulos sobre Sánchez atribuyéndole un delito de falsedad o de fraude, y a partir de ahí empieza una época, que califica como “dura”, en la que también se involucra el Partido Popular, “que empieza otra campaña de difamación contra FACUA y contra mí, utilizando los mensajes fraudulentos o de bulos, que había lanzado Ausbanc, los lanzan en el Parlamento de Andalucía”, comenta el autor, que también cuenta en el propio libro. “La cuestión es que se dedican a sembrar bulos para intentar presentarnos pues como el enemigo público número uno”, afirma. 


Sueldos Públicos está autorizado a reproducir uno de los capítulos del libro. 

‘Ninguna mentira se destruye por completo’

El 29 de octubre de 2013 sufrí uno de los ataques más duros de toda mi vida. Europa Press publica­ba un teletipo para informar de que Manos Limpias me había denunciado en los tribunales para inten­tar que me imputaran en una causa abierta para in­vestigar un presunto fraude con dinero público co­metido por dirigentes del sindicato UGT Andalucía.


Hasta esa fecha se había producido una larga lista de causas de supuesta corrupción en las que habían imputado y encausado a gente que después resul­taría ser inocente, como al histórico dirigente de CCOO e Izquierda Unida Antonio Rodrigo Torrijos, que fue entre 2003 y 2011 fue teniente de alcalde del Ayuntamiento de Sevilla y al que las mentiras le en­fangaron por un largo tiempo su carrera política y a punto estuvieron de acabar con su vida. Mi ciudad fue un exitoso laboratorio de pruebas del lawfare en España.


Ahora, la denuncia de Manos Limpias pretendía que la imagen de FACUA fuese manchada por mi imputación en un procedimiento judicial. El obje­tivo era acabar con mi organización. Y presentarme como un delincuente la vía para intentar conseguir­lo. Incluso llegaron a especular con que en realidad nunca realicé ningún trabajo para el sindicato y me limitaba a emitirle facturas para que me realizasen pagos que acababan en las arcas de FACUA a modo de «subvención encubierta». El PSOE subvenciona­ba a FACUA a través de UGT usándome a mí como mula. Una hipótesis espectacular. Circense, vaya.


Cuando trascendió la denuncia contra mí, una periodista de 13tv, la televisión de los obispos, me preguntó durante una rueda de prensa si pensaba dimitir. Dimitir por el mero hecho de que un pseu­dosindicato de extrema derecha me había denun­ciado aportando como pruebas de mis supuestos delitos una información publicada en el diario El Mundo. Un reportaje que únicamente sacaba a la luz que yo había sido proveedor del sindicato desde una pequeña agencia de comunicación que ocupó parte de mi actividad profesional durante varios años y que le había aplicado descuentos trimestra­les en la facturación para fidelizarlo como cliente. Una práctica tan legal como sobradamente conoci­da en el ámbito comercial que se conoce como ra­ppel —sí, como el nombre del modista de la melena extraña—.


El escándalo que ponía de manifiesto ese repor­taje estaba en que los ugetistas justificaban sus subvenciones a la Junta simulando que no existían esos descuentos, ni los míos ni los del resto de sus proveedores. En resumen, que se quedaban con el dinero del rappel, sacando así un beneficio ilícito a las ayudas públicas. Yo mismo aparecía en la infor­mación afirmando que, de ser cierto que no habían declarado los descuentos al justificar las subvencio­nes, el sindicato se había quedado con dinero irre­gularmente. Pero Manos Limpias decidió que yo había incu­rrido en ilegalidades en mi relación comercial con UGT Andalucía porque mis facturas no incluían mi NIF. Llegaron a esa conclusión porque El Mun­do publicó la imagen de una de esas facturas y mi número de identificación fiscal no aparecía en ella. Resultaba obvio que el periodista que firmó la no­ticia había decidido borrarlo para no desvelar un dato personal de carácter protegido que carecía de interés informativo y por tanto resultaba innecesa­rio para la publicación de la noticia. Resultaba ob­vio, pero decidieron inventar que mis facturas no incluían mi NIF por si así lograban colarle al juez instructor algo que le hiciera sospechar y decidía imputarme.


Para aliñar más su historia, la denuncia de Manos Limpias también aseguraba que era imposible que yo pudiese llevar a cabo los trabajos que facturaba al sindicato, entre ellos el embolsado de las cerca de 200 000 revistas que recibían sus afiliados, porque no tenía una nave industrial, maquinaria embolsa­dora ni varias furgonetas para transportarlas. No se les pasó por la cabeza que, como cualquier agencia de comunicación, la mía subcontrataba parte de los servicios que me encargaban.



Tal y como publica la página web de FACUA, Sánchez percibe un salario de 40.965 euros brutos anuales.