Los utilizas para consultar la carta de un restaurante, para atravesar el torno en el transporte público o como elemento identificador a modo de entrada para acceder a un partido de fútbol o un concierto de música. Hablamos de los códigos QR, una tecnología que, aunque a mucha gente le siga resultando novedosa, es mucho más veterana de lo que pensamos.

A día de hoy son pocos los escenarios que no van acompañados de un código de este tipo. Desde las instrucciones de un dispositivo a la información sobre obras de arte o monumentos pasando por los ejemplos ya citados. Es, en definitiva, un recurso a la que mucha gente ya está acostumbrado y que ganó mucha popularidad en tiempos del Covid 19, cuando permitía acceder a toda esa información reduciendo el contacto personal.

Una invención previa al boom de internet

Durante muchos años el código QR estuvo muy limitado a un uso más de carácter empresarial, no estaba tan al alcance de la población en general. De hecho, su invención se remonta a la década de los 90, cuando la firma japonesa Denso-Wave lo lanzó por primera vez. En realidad, no fue esta compañía, sino una empresa subsidiaria. Se lanzó como una evolución del código de barras. Su éxito ha sido tal, primero en Japón y posteriormente a nivel mundial, que ya es el esquema de este tipo que más se utiliza en el país asiático. A Estados Unidos y Europa no comenzó a llegar hasta la década de 2010, pero desde entonces ha ido ganando mucha relevancia.

¿Cómo funciona este sistema de acceso e intercambio de información?

Casi 30 años desde su invención, y más de una década después de su llegada a Europa y Estados Unidos, la tecnología QR sigue funcionando como en sus inicios, pero con el añadido de que ahora se emplea para otros usos. Esta tecnología consiste en una matriz bidimensional con pequeños cuadrados que almacenan información de manera codificada, de modo que cada código QR es distinto. Cuantos más cuadrados incluya la matriz, más información almacenará el código.

Su uso, como ya vimos, es casi infinito, lo que da pie a su aparición en numerosas industrias y comercios. Y lo interesante, o lo novedoso, es que ya no es una fórmula para acceder a información, sino que puede servir como sistema de pago. Esto está llevando a que empresas como QRFY, especialistas en crear código QR, ganen mucha visibilidad.

Pagar con los códigos QR

Un invento como ha sido el código QR, creado en 1994 por la empresa japonesa Denso-Wave, subsidiaria de Toyota, está evolucionando los puntos de venta. La fórmula es sencilla, digitalizar los códigos con el móvil o cualquier otro dispositivo para abrir una app de pagos y completar la operación mediante esa app.

En España, AECOC, la Asociación de Fabricantes y Distribuidores con más de 33.000 empresas asociadas, está trabajando en la introducción de un código QR estándar para conectar fabricantes y consumidores, además de información en productos de peso variable (fecha de caducidad, número de lote, precio por kilo, seguimiento de la trazabilidad).

Hasta el momento, las pruebas están siendo todo un éxito, y es que empresas muy potentes a nivel nacional ya están probando suerte con este sistema. Algunos ejemplos son Mercadona, VonArea o Mango.

Desde la propia industria tecnológica también hablan de las bondades de este sistema. Según un representante de QRFY.com, empresa líder de soluciones de códigos QR en España, “el uso de códigos QR en las empresas ha registrado un incremento del 29% anual desde 2020, y se espera que esta tendencia continúe, con un aumento previsto del 15 al 20% de esta tecnología en los próximos cinco años. Esta progresión se debe en gran medida a la eficiencia y seguridad que los códigos QR aportan a las transacciones sin contacto y a las operaciones comerciales, además de ser una herramienta potente para el marketing digital. En QRFY.com, vemos un futuro donde los códigos QR se integran como una práctica estándar en diversas industrias, potenciando así la digitalización empresarial a nuevos niveles”.