Transparencia Internacional elabora un documento sobre el diseño y desarrollo de indicadores de integridad política para un público no técnico

​Cómo monitorizar la corrupción política: Guía en 11 pasos

Nos centramos en el PASO 3: Documentar los esquemas de corrupción


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¿Eres alcalde, concejal o consejero autonómico y cobras un sueldo público? ¿Tienes la obligación de gestionar millones de euros de dinero que procede del bolsillo del contribuyente? Seguramente, los próximos minutos de lectura te ayudarán a detectar posibles prácticas corruptas.


La necesidad del desarrollo de indicadores específicos -directos o indirectos- de la corrupción ha crecido en la última década. Esto puede atribuirse al reconocimiento del papel significativo que desempeña la corrupción en los resultados adversos de la gobernanza, como los problemas de salud o la degradación del medio ambiente. La demanda por indicadores también ha surgido de la frustración por la falta de capacidad para medir con precisión el predominio de diversas prácticas corruptas. 


indicadores


Naturalmente, el comportamiento oculto al ojo público es difícil de medir. Además, los comportamientos corruptos adoptan múltiples formas e involucran diferentes tipos y números de actores, mientras que los estándares aplicables a las transacciones corruptas varían con aquellos. Por tanto, sería inefectiva la aplicación de un pequeño conjunto de indicadores comunes en todo el mundo para todos los tipos de corrupción.


En lugar de dicha simplificación y para beneficiario la toma de decisiones de políticas públicas, esta guía orienta al lector a través de los pasos de desarrollo, implementación y validación de los indicadores de corrupción en el ámbito de la política.


Son argumentos introductorios de la Guía que ha publicado Transparencia Internacional: “11 pasos para construir indicadores de riesgo de integridad política”. Es un documento de 28 páginas que puedes consultar en este enlace.


La guía pretende ayudar a organizaciones y grupos de la sociedad a desarrollar técnicas para la medición de la corrupción política, sin el uso excesivo de tecnicismos de la estadística y la ciencia de datos. Así, se sigue una lógica sencilla e intuitiva para crear un plan de medición:

1. Determina qué quieres medir exactamente.

2. Identifica, reúne y organiza los datos que necesitan para la medición.

3. Desarrolla, adapta y valida tus indicadores con los datos que ha recopilado.

4. Documenta los indicadores resultantes tal y como se implementan en tus datos para que otros puedan utilizar tu trabajo.

En otras palabras, son pautas que describen el proceso de diseño y desarrollo de indicadores válidos y fiables de integridad política para un público no técnico. En ella se describen 11 pasos distintos organizados en cuatro fases, que abarcan desde el objetivo inicial hasta la documentación de los resultados. No sólo ofrece una descripción sucinta de cada paso, sino que también expone una serie de ejemplos que demuestran soluciones para desafíos de medición típicos. También se basa en un inventario de datos abiertos de vanguardia en el ámbito de la integridad política realizado por el proyecto Global Data Barometer.

En particular, esta guía organiza el proceso de medición en las siguientes fases y pasos:

FASE 1: Entender lo que se quiere medir

PASO 1: Establecer objetivos de medición

PASO 2: Definir corrupción e integridad política

PASO 3: Documentar los esquemas de corrupción

FASE 2: Obtener los datos necesarios para la medición

PASO 4: Definir con precisión la población

PASO 5: Seleccionar potenciales fuentes de datos

PASO 6: Mapear detalladamente las fuentes de datos más prometedoras

PASO 7: Vincular bases de datos

PASO 8: Acotar el objetivo de medición

FASE 3: Desarrollar, adaptar y validar los indicadores

PASO 9: Desarrollar indicadores

PASO 10: Adaptar y validar los indicadores

FASE 4: Documentar los resultados

PASO 11: Documentar indicadores conceptualmente válidos y empíricamente viables


Nos detenemos en el PASO 3: Documentar esquemas de corrupción

La medición requiere la enumeración de los esquemas (técnicas, estrategias) frecuentemente utilizados por los corruptos para llevar a cabo actividades corruptas. Los esquemas de corrupción política pueden dividirse en dos grupos siguiendo la definición que hemos esbozado anteriormente: el dinero en la política y la asignación de recursos públicos.


El dinero en la política

Existen riesgos de abuso de poder en aras del beneficio privado cuando el dinero y la política se entrecruzan. El dinero puede influir en la transparencia y la responsabilidad del proceso político de diversas maneras. Las tecnologías de la corrupción relativas a la forma en que el dinero y los favores corruptos entran en la política pueden agruparse siguiendo los puntos de entrada identificados anteriormente:


  • Financiación política. Las donaciones a partidos políticos o candidatas/os por parte de empresas privadas o personas físicas influyentes pueden resultar en presión sobre las decisiones y, en ocasiones, funcionan como medio de sobornos.


  • Lobby (cabildeo). Puede servir como medio para introducir y mantener la influencia sobre las decisiones políticas claves, incluidas ciertas políticas públicas o legislación.


  • Declaraciones de bienes, rentas y actividades. La ausencia de dicha información impide que la ciudadanía identifique a los políticos que se benefician personalmente al apoyar legislación polémica que favorece a determinados grupos de interés. Es importante tener en cuenta que la mayoría de los casos conocidos y documentados de corrupción en la política no son los más típicos o habituales, sino los más llamativos por involucrar grandes volúmenes de dinero o altos cargos. Se trata de un problema común en la identificación de red flags: la opinión de los expertos suele basarse en la información disponible. Esta información puede no estar sistematizada ni analizada cuantitativamente, sino que proviene de escándalos recientes y casos ampliamente discutidos.


Métodos indispensables para identificar prácticas fraudulentas comunes son: la documentación sistemática de casos, la clasificación de los tipos de esquema y la búsqueda deliberada de esquemas de corrupción poco usuales. La consulta pública para la elaboración de normas sirve para aumentar tanto la participación ciudadana como el nivel de transparencia en el proceso político mediante la mejora del desequilibrio de poder introducido por el dinero en la política. Sin embargo, este proceso es vulnerable a la captura o cooptación a través de las conexiones y relaciones personales entre los actores privados y los responsables de la toma de decisiones.


Asignación de recursos públicos

Los medios potencialmente susceptibles a la asignación de recursos públicos a actores privados corruptos pueden ser tan amplios como las actividades gubernamentales vulnerables. No obstante, tres ámbitos considerados entre los más susceptibles son:


  • Leyes y normativas. Leyes inadecuadamente definidas y una distribución injusta del poder pueden permitir la corrupción política. Ellas son especialmente típicas de los regímenes políticos con una rendición de cuentas muy limitada. Cuando a esto se añade la débil capacidad institucional del Estado, la normativa anticorrupción es difícil de aplicar.


  • Decisiones sobre gastos a través de contrataciones públicas y concesiones. Adjudicar contratos a empresas específicas distorsionando la competencia (mediante requisitos de contratación hechos a la medida del beneficiario, o el establecimiento de normas para la adjudicación directa de contratos), a cambio de sobornos a funcionarios públicos.


  • Exenciones y aplicación laxa de la normativa. Las legislaturas o los gobiernos podrían crear específicamente vacíos fiscales que permitan a las empresas pagar menos impuestos. Incluso cuando las normas siguen siendo de aplicación universal, una aplicación menos estricta de ellas puede otorgar considerables beneficios a empresas con conexiones.